Recursos

Cápsula Educativa

Desastres como remezones filosóficos I: Immanuel Kant y el terremoto de Lisboa

DATOS BÁSICOS

Amenaza Asociada Terremotos, Tsunamis
Curso 3° Medio 4° Medio
Ámbito/ Asignatura Filosofía y psicología
Núcleo/ Eje problemas del conocimiento
Objetivo curricular

Comprender algunas de las características distintivas del conocimiento científico y reconocer su historicidad

Tiempo estimado de la actividad 45 minutos (una hora lectiva)
Desarrollado por Diego Cárcamo* para Itrend
*sociólogo

INTRODUCCIÓN

Imagen de portada: Terremoto de Lisboa. Fuente: Encyclopaedia Britannica.

El 1 de noviembre de 1755, un terremoto de magnitud Mw 8.5 —que se sintió incluso en Finlandia— devastó Lisboa. El sismo fue seguido por un tsunami (que también afectó las costas del norte de África) y un incendio que destruyeron la ciudad casi por completo. Este desastre es recordado como el más destructivo en Europa occidental desde la época de la República Romana.

El terremoto de Lisboa fue tan impactante, que marcó la filosofía y las ciencias del siglo XVIII y XIX. Alejándose del cristianismo, la intelectualidad de la época buscó respuestas empíricas para explicar la causa de fenómenos tan devastadores como los terremotos y tsunamis, además de cuestionar la bondad de un Dios que permitía que ocurrieran desastres como el de Lisboa. Además, el filósofo alemán Immanuel Kant describió la sensación de perplejidad que genera el enfrentarse a una naturaleza que supera nuestra racionalidad y nos hace sentir insignificantes. A este estado de la conciencia, lo llamó «lo sublime».

La presente actividad tiene como objetivo reforzar y comprender la idea de historicidad en el conocimiento humano, considerando las amenazas naturales como parte de ella. La o el docente debe, en primera instancia, leer en voz alta con los estudiantes, un texto que otorga un marco conceptual para la realización posterior de la actividad.

ACTIVIDAD

Como se mencionó en el texto introductorio, lo sublime, como experiencia psicológica ligada al enfrentamiento del ser humano con el mundo, es también para Kant una característica de ciertas obras artísticas. Dicha experiencia se puede captar en las obras del romanticismo, movimiento artístico cuyo apogeo se ubica temporalmente en el siglo XVIII, justo después de la muerte de Kant en 1804.

La presente actividad consiste en hacer un análisis filosófico de tres pinturas de Caspar David Friedrich, uno de los exponentes más relevantes del romanticismo, estableciendo nexos entre las pinturas y los conceptos trabajados en el texto. El objetivo es hacer a los estudiantes conscientes de la historicidad del conocimiento humano, es decir, que comprendan cómo los diferentes elementos de una época (su arte, filosofía, ciencia, etc.) están todos ligados en una visión de mundo.

Se sugiere a la o el docente mostrar una pintura para luego instar a la clase a reflexionar sobre la relación entre sus elementos visuales y los conceptos de la filosofía kantiana. Si bien las tres pinturas tienen similitudes, son lo suficientemente distintivas como para establecer diversas relaciones entre el texto y ellas.

Las pinturas son las siguientes:

  1. «El caminante sobre el mar de nubes» (1818)
  2. «Monje en la orilla del mar» (1810)
  3. «Mujer en la ventana» (1822)

Interpretaciones sugeridas para las pinturas

 «El caminante sobre el mar de nubes» (1818): aquí el concepto que debería mencionarse es el de libertad humana. La presencia centralizada de un hombre frente a la inmensidad de un mar de olas descollantes nos remite a la relación que encuentra Kant entre la libertad y lo sublime. El paisaje natural, inmenso y caótico, nos recuerda que lo único que somos capaces de controlar es nuestra conducta frente al mundo. De esta forma, el ser humano se alza como algo pequeño en su materialidad, pero subjetivamente autónomo.

«El caminante sobre el mar de nubes»

Ir a la fuente

«Monje en la orilla del mar» (1810): el concepto que debería mencionarse es lo sublime. A diferencia de «El caminante sobre el mar de nubes», que resalta al ser humano a pesar del poderío natural, el presente resalta la pequeñez del personaje frente a la infinitud de un paisaje natural. Dicha disposición remite a lo sublime como un contacto con el mundo que nos turba el entendimiento, en parte, por la disparidad de magnitudes entre el ser humano como observador y la naturaleza como lo observado.

«Monje en la orilla del mar»

Ir a la fuente

«Mujer en la ventana» (1822): este es el único cuadro del autor que representa un interior y puede volverse el más difícil de interpretar. Se puede decir que el cuadro remite al giro copernicano de la filosofía kantiana. Lo que Friedrich podría estar diciendo es que el paisaje natural es siempre una construcción de la mirada humana. El cuadro nos invita a mirar, ubicándonos detrás de una mujer que observa el exterior a través del umbral de una ventana.  El que no veamos el paisaje que observa es parte del argumento: no nos podemos olvidar que lo más importante de un paisaje es quien observa y desde dónde observa. La filosofía kantiana será precursora en este tipo formulaciones: la verdad del mundo, como dijimos en el texto, deriva de la capacidad que tienen los seres humanos de organizarlo en sus mentes. De mirarlo y, en esa mirada, imponer un orden que lo haga comprensible.

Es preciso advertir que, en el caso de que estos conceptos no aparezcan, no existe problema en que los estudiantes elaboren otras relaciones. Lo importante es que analicen los cuadros con los recursos filosóficos que el texto entrega.

También es recomendable que la o el docente inste a los estudiantes a reflexionar en torno a las interpretaciones aquí presentadas o en torno a otras que se juzguen adecuadas.

«Mujer en la ventana»

Ir a la fuente

PROFUNDIZACIÓN

Se puede profundizar en torno a esta temática, abordando alguna de las otras discusiones filosóficas provocadas por el terremoto de Lisboa. Una de ellas tiene de protagonistas a los pensadores franceses Voltaire y Rousseau, polémica que es tematizada en el recurso docente «Desastres como remezones filosóficos II: Leibniz, Voltaire, Rousseau y el terremoto de Lisboa».

Dentro del repositorio está disponible uno de los textos más relevantes y, a la vez, de los menos complejos de Immanuel Kant: «Que es la ilustración». Una actividad complementaria que serviría para enfatizar la idea de una visión de mundo ligada a todos los aspectos de la modernidad, puede ser leer este texto (ya sea antes de o durante la clase) y relacionarlo con aspectos de las ciencias naturales que los estudiantes conozcan. Si bien es claro que las tareas intelectuales de la filosofía no son las mismas que las de las ciencias naturales, también es verdad que, muchas veces, la filosofía de cada tiempo ha servido de manifiesto valórico para científicas y científicos contemporáneos a esas formulaciones.

Grabado del siglo XVIII que representa el terremoto y tsunami de Lisboa. Wikipedia.

Ir a la fuente