Recursos

Cápsula Educativa

Terremotos y memoria histórica

DATOS BÁSICOS

Amenaza Asociada Terremotos
Curso 3° Medio 4° Medio
Ámbito/ Asignatura Historia y ciencias sociales
Objetivo curricular

Recuperar testimonios para profundizar en la experiencia de los sujetos que vivieron procesos históricos recientes.

Tiempo estimado de la actividad 45 minutos
Desarrollado por Fondecyt #119152 "Economía moral de los desastres socionaturales y el Estado"
Investigador Principal: Luis Maldonado. Co-investigadoras: Magdalena Gil y Francisca Skoknic. Ayudantes: Diego Cárcamo y Manuela Peñal. Luis Maldonado agradece el apoyo del FONDECYT REGULAR número 1181754 "Socio-Economic Modeling of Mitigation Strategies for Resilient Critical Infrastructure: Application to Drink Water Systems and Road Networks"

INTRODUCCIÓN

El vínculo entre memoria histórica y desastres socio-naturales abre variadas perspectivas de investigación dentro de las ciencias sociales e históricas. El objetivo de la presente cápsula es ahondar en ciertos conceptos propios de estos enfoques, que permiten entender la relevancia de los testimonios y relatos como herramientas para comprender nuestra historia sísmica.

El argumento fundamental es que la memoria ligada a los desastres socio-naturales es un conocimiento útil a la hora de generar comunidades resilientes. Primero, porque nos permiten tener presente la existencia de amenazas naturales en el territorio que se relacionan con desafíos socio-naturales para las comunidades. Segundo, estos relatos nos permiten reflexionar sobre el rol que la naturaleza tiene no solo en la historia de Chile, sino también en las trayectorias de vida de las personas. Tercero, la memoria histórica de los desastres puede entregar información relevante para reaccionar de manera adecuada frente a un evento natural extremo, y mitigar lo más posible los daños que se puedan producir. Finalmente, conversar y reflexionar sobre los desastres de nuestra historia permite comprender su naturaleza socio-natural, es decir, su origen en la interacción entre amenazas naturales y vulnerabilidades sociales (políticas, económicas, de infraestructura).

En esta cápsula, se propone un ejercicio en torno al terremoto de 1985 en la zona centro de nuestro país. El texto presentado a continuación servirá de introducción para el desarrollo de la actividad que contiene esta cápsula. Se invita a leerlo en conjunto con la clase.

TERREMOTO, MEMORIA Y RESILIENCIA

Pocas cosas han estado tan presentes en la historia de nuestro país como los terremotos. Para corroborar lo anterior, basta con ver nuestro historial sísmico en el siglo XX: Valparaíso en 1906; Talca en 1928, Chillán en 1939, Valdivia en 1960, Algarrobo (Santiago) en 1985 y el más reciente terremoto de Cobquecura el año 2010. Prácticamente todas las generaciones nacidas en el siglo XX han tenido la oportunidad de vivir un movimiento sísmico de gran intensidad, y gran destrucción.

De igual forma, los terremotos y los desastres socio-naturales en general, son experiencias eminentemente colectivas. Y es que vivir un terremoto no es solo la confirmación empírica de un fenómeno natural, sino también de la interrelación del mundo natural y social. Vivir un golpe inevitable e impredecible de la naturaleza, la sensación de miedo e impotencia que puede llevar anexada esa experiencia, como también la conciencia de nuestras capacidades de resiliencia -tanto de mitigación como de recuperación- es, sin duda, una experiencia colectiva para los chilenos, que nos une también a nuestros antepasados y todos quienes han habitado este territorio que llamamos Chile. Este carácter colectivo e intergeneracional de la experiencia sísmica en Chile la convierte en un objeto de estudio histórico y cultural de gran relevancia.

La tesis de una identidad chilena “terremoteada” resuena con esta reflexión. Existen múltiples anécdotas y escritos que justifican culturalmente esta idea. Una poco recordada pero sumamente interesante, es la intervención que hizo el célebre filósofo español José Ortega y Gasset en el Congreso Nacional en 1928. Comparó el espíritu del pueblo chileno con el mito del Sísifo, personaje de la mitología griega que fue condenado por Zeus a levantar una piedra hasta el punto más alto de una pendiente, para que esta vuelva a caer y tener que hacer ese mismo trabajo todos los días. “Tiene este Chile florido algo de Sísifo, ya que, como él, parece condenado a que se le venga abajo cien veces, lo que con su esfuerzo, cien veces elevó”, decía con ingenio Ortega y Gasset (1).

También Gabriel García-Márquez ha reflexionado sobre esta experiencia histórica y colectiva de los chilenos y chilenas: “Los geólogos menos apocalípticos consideran que Chile no es un país de tierra firme sino una cornisa de los Andes en un océano de brumas, y que todo el territorio nacional, con sus praderas de salitre y sus mujeres tiernas, está condenado a desaparecer en un cataclismo”. Agrega el autor que “aún con esa incredulidad de fondo, o tal vez gracias a ella, los chilenos han conseguido un grado de civilización natural, una madurez política y un nivel de cultura que son sus mejores excepciones.” (2)

Para comprender mejor la idea de una identidad nacional ligada al carácter telúrico de nuestro territorio, podemos detenernos un momento en ciertos problemas y conceptos que las ciencias históricas han elaborado respecto al rol del territorio en la identidad de una nación. Primero es necesario comprender que la nación puede ser vista como una “comunidad imaginada”, según lo descrito por Benedict Anderson (3). Es decir, una idea construida socialmente. Ahora bien, esto no significa que las naciones puedan imaginarse cualquier cosa respecto a sí mismas. En esta línea, historiadores como Eric Hobsbawm al plantearse la pregunta por la identidad nacional, han postulado la ligazón que existe entre elementos objetivos de las naciones, como su paisaje natural y su espacio territorial, en su autoconcepción como pueblo (1). En el caso de Chile, distintos historiadores e historiadoras han propuesto una profunda relación entre esta identidad y nuestro particular territorio.

El historiador chileno Rolando Mellafe tematiza esta dimensión en torno a su concepto de mentalidad de los pueblos (4). Argumenta que la investigación de las mentalidades colectivas es el estudio del tiempo y las vivencias acumuladas de un determinado pueblo:

“(…) el tiempo transcurrido con una misma experiencia, si queremos ponerlo de otro modo, el tiempo absorbido por cada una de las experiencias que resultan de las acciones del hombre”.

Sea desde la identidad nacional o desde la mentalidad colectiva, de alguna manera estas elaboraciones teóricas sobre la subjetividad de una nación están relacionadas a la forma en que el tiempo vivido por el colectivo se llega a cristalizar.

¿Qué hace posible esta acumulación de la experiencia colectiva? La respuesta la podemos encontrar en el concepto de memoria histórica. Al igual que los individuos son capaces de recordar experiencias, construirse y reconstruirse, las naciones también tienen esta capacidad.

Aquí vale la pena distinguir entre dos tipos de memoria. Por un lado, llamamos memoria colectiva a aquella acumulación de experiencias compartidas en una misma generación. A esto se le suele llamar también “espíritu de los tiempos”, es decir, lo que culturalmente define un momento presente específico. Por otro lado, la memoria histórica radicaliza el rasgo temporal que desarrollamos con anterioridad: no es solamente recipiente de una generación, sino del conjunto de generaciones que constituyen la vida de los pueblos. En otras palabras, hay historias que nos unen, e incluso nos constituyen. Historias sobre nosotros mismos que, más allá incluso de su veracidad o no, nos permiten construir identidad (5).

Algunos autores han hecho notar que no siempre estas historias son positivas para las naciones, ya que pueden contener elementos de poder o incluso discriminatorios para ciertos grupos. Pero en el caso de los desastres, la memoria histórica e intergeneracional de estos eventos puede ser muy útil para mantener viva una cultura de resiliencia: una cultura que potencie las capacidades de nuestras comunidades de anticiparse, resistir, absorber, adaptarse y recuperarse del impacto de un evento natural extremo, logrando la preservación restauración y mejoramiento de sus estructuras, funciones básicas e identidad. (6)

Si bien se suelen considerar más a menudo los tipos de memoria institucionalizados, como la que se encuentra en la educación formal y particularmente en la asignatura de historia, los testimonios y relatos son fuentes directas de este conocimiento que constituyen gran valor historiográfico, así como también para nuestro crecimiento personal. En esta línea, y volviendo al tema que trata esta cápsula, la manera en que nuestros padres, madres, abuelos o abuelas recuerdan y narran los terremotos que vivieron nos puede entregar coordenadas de comprensión muy útiles para futuras experiencias. Este último punto es de suma relevancia: en el caso de los desastres socionaturales, la memoria no solo es inevitable, sino que puede incluso llegar a salvar vidas.

Esto es justamente lo que ocurrió en muchos lugares de Chile durante el terremoto y tsunami del año 2010. La intensidad de dicho fenómeno dejó consecuencias devastadoras en el sector de la pesca artesanal. Si bien los daños materiales fueron considerables, las pérdidas humanas ligadas a este sector fueron muy menores comparado con el resto de la población (9 personas). Una encuesta hecha a 80 dirigentes de pescadores de diferentes localidades de la costa chilena arrojó que para ellos el punto más relevante para su adecuada respuesta frente al fenómeno fueron los testimonios que sus familiares les habían dado sobre los terremotos y la posibilidad de tsunamis (7).

Bibliografía

  1. Riquelme A. & Silva B. Una identidad “terremoteada”: Chile en 1960. Revista de Historia Iberoamericana. 2011; 4(1): 1-25.
  2. García G. Chile, el golpe y los gringos. Educere. 2020; 24 (79): 679-685.
  3. Mellado L. Aproximaciones a la idea de nación: convergencias y ambivalencias de una comunidad imaginada. Alpha. 2008; 26: 29-45.
  4. Mellafe R. Historia de las mentalidades: una nueva alternativa. Cuadernos de Historia. 1982; 2: 97-107.
  5. Concha V. & Guillermo H. Memoria histórica vivida y transmitida en torno a los terremotos de 1939-1960 de los habitantes del Gran Concepción, Chile. Historia Actual Online. 2011; 24: 187-199.
  6. CREDEN. Hacia un Chile resiliente frente a desastres: una oportunidad. Estrategia Nacional de Investigación, Desarrollo e Innovación para un Chile Resiliente frente a Desastres de Origen Natural. Consejo Nacional de Innovación y Desarrollo (CNID). 2016.
  7. Marín A. et al. The 2010 tsunami in Chile: Devastation and survival of coastal small scale fishing communities. Marine Policy. 2010; 34: 1381-1384.

ACTIVIDAD

Lea el siguiente texto

Era el domingo 3 de marzo de 1985, el Festival de Viña acababa de terminar y como todos los años, los chilenos se preparaban para el siempre comentado súper lunes en que se reiniciaban las actividades después del verano. Pero a eso de las 19:47 horas todo se interrumpió cuando la zona central fue sacudida por un terremoto de magnitud 7.8 MS (en la escala que usamos actualmente, sería 8.0 MW).

Un movimiento sísmico que no es tan recordado como otros de nuestra historia, pero que definitivamente es imborrable para quienes lo vivieron. Además de las experiencias personales está la destrucción que dejó el terremoto en los espacios colectivos. Fue un suceso devastador para antiguos edificios del casco histórico de Santiago, entre ellos: la Municipalidad de Santiago, la Basílica del Salvador, la Iglesia de Santo Domingo, la Basílica de La Merced y el ex edificio del Congreso Nacional (actual sede de la venidera convención constitucional).

Santiago vivió solo una parte del daño ocasionado. Debido a que el epicentro fue cercano a la costa de la Quinta Región, San Antonio y Melipilla fueron dos de las ciudades más devastadas, presentando la primera un daño del 70% de las construcciones y la segunda el derrumbe de ocho puentes, dejando ciertos sectores en parcial aislamiento. En Reñaca, la postal más gráfica de la destrucción fue la inclinación del faro debido a presentar fallas de tipo estructural.

Más allá de cualquier descripción que se pueda hacer del evento, la más valiosa memoria de esta porción de nuestra historia reside en los recuerdos de quienes lo vivieron.

¿Conoces a alguien que haya vivido el terremoto de 1985? ¿Sabes cómo puede haber influido en su vida haber presenciado este suceso? ¡Vamos a investigar!

Chile 1985: El terremoto olvidado

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INSTRUCCIONES

1. Observar los vídeos e imágenes de la columna de la derecha sobre el terremoto de 1985 (se recomienda hacerlo como actividad en clase).

2. Pedir a los estudiantes que identifiquen una persona que haya vivido el terremoto de 1985. Como referencia, se puede señalar que alguien que tenga 40 años el año 2021, habrá tenido 4-5 años en ese momento. Una persona que tenga 50 años actualmente tenía 14-15 años en ese momento. De ser posible, el profesor/profesora puede ofrecer su propio testimonio.

3. Pedir a los y las estudiantes que preparen una entrevista para hacer a esa persona. Esto puede ser realizado en clases. La idea es que la persona pueda contarles qué recuerda, cómo vivió esta situación. Algunos ejemplos de pregunta para preparar la entrevista:

  • ¿Dónde estaba Ud. en ese momento? ¿Qué estaba haciendo? ¡Con quién estaba?
  • ¿Cómo reaccionaron frente al peligro? ¿pasaron susto? ¿Entendían qué pasaba?
  • ¿Qué fue lo que más le impactó?
  • ¿Tuvo el terremoto de 1985 algún impacto en su vida qué pueda reconocer? ¿o algún impacto en su barrio? ¿quizás en la vida del país?
  • Pueden sumar muchas otras cosas que como curso les gustaría saber.

4. Discutir sobre si los y las estudiantes tomarán notas o solicitarán grabar la conversación para que después puedan volver a ella las veces que necesites. En caso de que decidan grabar (audio o video), discutir con los y las estudiantes la importancia de un consentimiento informado. Es decir, señalar que la persona entrevistada debe estar consciente qué está siendo grabada, y debe autorizar a que esto ocurra, teniendo claro los objetivos de la grabación.

5. A partir de los videos, las imágenes y la entrevista realizada, las y los estudiantes pueden entregar un trabajo o tarea.

Nuestra propuesta es que escriban una crónica en primera persona, como si tú hubieras vivido el terremoto de 1985 y quisieras contar a otros tu experiencia. Usa las siguientes preguntas como guía para ayudarte a escribir tu relato: ¿Dónde estabas? ¿Qué estabas haciendo? ¿Con quién estabas? ¿Qué observaste? ¿Qué sentiste? ¿Cómo reaccionaste? ¿Qué impacto tuvo en tu vida este suceso? ¿Pudiste retomar tu vida fácilmente? ¿Qué consecuencias tuvo este hecho para ti a corto y largo plazo? Si volvieras a vivir algo similar ¿Qué harías igual? ¿Qué harías distinto?

Otras ideas son escribir un reportaje a partir de la entrevista, hacer un video, un reporte, o similar.

Si lo deseas, puedes contarnos cómo fue tu experiencia usando esta cápsula en clase usando el correo disponible en Mi Aprende.

Terremoto de 1985: Chile enfrenta la adversidad

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